Bahia corría por el puente cuando los aldeanos la perseguían. No
recuerda qué pasó exactamente, pero se cayó al agua inconsciente. Los
aldeanos la recogieron, la hicieron volver en sí y la llevaron de nuevo
al puente. Y allí la golpearon.
Hacía siete años que Bahia se había convertido a Cristo, pero esa fue
la primera vez que le golpeaban por su fe. En su aldea eran cuatro
familias cristianas, aunque habían sido cinco, pero una de ellas recibió
mucha presión y volvió al hinduismo, y solo uno de sus miembros
permaneció fiel a Jesús, el cual ahora vive su fe en secreto. Bahia, que
lidera un grupo pequeño se reunía también con él.
De alguna forma, la familia de Bahia no tuvo otra elección que seguir
a Jesús: Dios la había liberado de ataques de espíritus demoníacos. Una
vez cristiana, su madre también llegó a la fe, pero su padre y su
hermano todavía tardaron un poco más.
Bahia y su madre fueron señaladas por dejar el hinduismo. Un día,
una mujer en la aldea murió y culpabilizaron a los cristianos. Bahia y
los demás fueron expulsados de la aldea y confinados a los bosques.
Pudieron escapar e ir a otra ciudad en una de cuyas iglesias pasaron la
noche. Al día siguiente, regresaron a la aldea.
“Fuimos insultadas verbalmente, y los jefes de nuestra aldea se
reunieron muchas veces para tratar nuestro caso. Pero no presentíamos la
violencia que habría una semana después, cuando regresamos de nuevo.
Sucedió de repente”.
Bahia manchó de sangre la Biblia que intentaba proteger
Vinieron a su casa, a por ella. Bahia cogió una Biblia y la llevó
consigo hasta el exterior. Las mujeres y los hombres la pegaron con las
manos, golpeándola dónde podían.
Ella gritó: “¿Por qué me pegáis?
“¡Tú no eres cristiana! Tienes que irte. Esta no es tu casa”, replicaron sus atacantes.
“Yo vivo aquí. Este es mi hogar”, les gritó.
Incapaz de protegerse de los golpes, empezó a sangrar. Una persona la
cogió por su brazo izquierdo y otra por su derecho. Apretó la Biblia
fuertemente debajo de un brazo, protegiéndola tanto como pudo. Pero al
final, alguien se la quitó diciendo “vamos a quemar este libro”.
“Haced lo que queráis conmigo, pero no destruyáis este libro”, dijo llorando.
La sacaron a la fuerza, sin saber ella lo que había pasado con su
Biblia. Mientras la arrastraban por la aldea, tenía solo una imagen en
su mente: la de Jesús yendo al Calvario en medio de empujones y
patadas.
Perdió la conciencia y se despertó en la selva. Su madre también
había sido golpeada y tenía una herida justo debajo del ojo. Fueron a un
lugar seguro. Los otros diecinueve cristianos de la aldea estaban allí
también. Uno de ellos llamó a la policía. Los agentes llegaron por la
noche y trajeron a los demás aldeanos con ellos.
“La policía simplemente dijo a todos que deberíamos vivir
pacíficamente. Y se fueron. Y volvimos a la aldea de nuevo”. Pero solo
unos pocos días después, sus vecinos volvieron a ponerse agresivos.
Hicieron un reunión con ellos para tratar el asunto de los cristianos en
la que algunos tocaban tambores, contribuyendo así a tensar más el
ambiente.
Una fe y pasión más allá de todo entendimiento
"Rechazamos abandonar nuestra fe, lo que les enfadó mucho”, dice
Bahia y continúa: “se volvieron agresivos por nuestra persistencia en
seguir a Jesús. Nos dijeron que nos marcháramos de la aldea, diciendo
que los cristianos pertenecen a países extranjeros”. Y esta vez los
cristianos dejaron la aldea durante varios meses hasta que encontraron
otro policía que les apoyó e hizo que los vecinos los aceptaran de
nuevo.
Pero Bahia no regresó, sino que aprovechó para irse a otro lugar y
empezar a formarse en una escuela bíblica. “¿Por qué? Porque cuando nos
echaron de la aldea, amenazaron con violarme o matarme si volvía. La
situación en la aldea aun no estaba resuelta. Y quise pasar más tiempo
aprendiendo sobre Dios, para que un día pudiera regresar con el
Evangelio. Esa es la promesa que hice a mi madre, y también compartir la
Palabra de Dios es mi deseo más profundo. Quiero decirle a todo el
mundo que Jesús murió no solo por los extranjeros, sino por todos. Este
es mi mensaje para la gente de mi aldea, de la India entera y del
extranjero”.